bienvenidos los buen aventurados y los que no lo son tanto...
Como una puerta a los sentidos desde una mirada personal. No soy cómica, losé, pero esto es un curso, y lo más importante en la vida es aprender, más aún si se trata de crear.Let´s go to play
Poder de la elegancia, embellecer, el arte, el almacén
ALGO VIEJO...
Los perros hot de plaza de armas
Un completo es un completo, nada de perro caliente o hot dog del On the run. No es palta de arveja molida, o ketchup “fino” malloa. Un completo son miles de servilletas de una hoja con bordes acanalados pegoteados con el sabor a “deditos chupeteados”. Tibio pan batido, nada de imitaciones yankis; el de la panadería de la esquina con “su” embutido a punto justo en el centro. Fineza…no mucha. Calidad…discutida. Pero lo que vale la pena de un buen completo chileno en el epicentro de la trasculturalidad –hoy cuesta ver chilenos en plaza de armas-, no sólo es la casi ruleta rusa que se juega al decidir el colocarle mayonesa o no; la cuestión con los completos va más allá de chucrut o el tomate picado, sino, es esa remembranza del bocado rápido o barato que satisface más que el apetito, llena el vacío de las tardes de cumpleaños con todos los primos y los infaltables del barrio (que ya desde ese entonces eran los colados). Son esas ganas deltío en su triciclo que pedalea y pedalea a velocidad de tortuga a causa de todo el montón de cachivaches que lleva encima. O del típico “tentempié” en el descanso de la tarde. Es ese calorcito que a las tantas de la noche, casi a la hora del diario y el pan recién salido del horno, reanima a cualquier estomago hueco con la sutileza de un carro a bueyes que calma las pasiones del bajón y libera con un arremetedor sopor a cualquiera que lo ingiera. Se encuentra como el alimento de los hijos de la urbe, los cabros del barrio “un alimento balanceado con los cinco grupos de alimentos”: La grasa, lo verde, lo picante, las carnes (ni siquiera se molesten en pensar de que), y las masas…de las buenas claro esta.
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